domingo, 21 de octubre de 2012

Saltimbanqui









Si no fuera porque desde hace ya tres meses observaba puntualmente tu magia cotidiana en esa esquina, cuando en medio del cambio entre rojo y amarillo encantabas y quitabas el aliento a la improvisada multitud.


Si no fuera porque aquella tarde decidí quedarme en el cruce diez minutos más,  imaginando el mutuo reflejar de nuestros ojos  sobre el fondo azul de algún amanecer. 


Si no fuera porque aceptaste acompañarme al bar de enfrente y después de tres martinis darme un beso para volver a estar al día siguiente entre las espirales que forman tus cordeles de colores y sus extremos de fuego. 


Si no fuera porque en medio de aquellos bucles luminosos y cambiantes estabas creando alguna suerte de vórtice dimensional a través del cual me invitaste a pasar a tu constelación.

Si no fuera porque desde aquellas noches en que juntos volamos fue imposible regresar a mi universo para poner los pies sobre la tierra de una buena vez.

Si no te hubieras ido tres meses después dejándome tan solo un beso en el espejo, mientras yo imbuido en tus recuerdos, sentía vacío el pecho, fría el alma y distante toda ensoñación.

Si no fuera por todo aquello no estaría ahora escribiendo éstos versos, preguntándome en qué lugar del mundo estarás haciendo volatines con tu colección de corazones, y tampoco daría la vuelta entera al parque evitando aquella esquina, imaginando que la nueva hermosa saltimbanqui en tu remplazo... podría hacer también con mi muerte, algún   colorido malabar. 






Jaime Falcone (Softhwords®)
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