martes, 25 de septiembre de 2012
El Arquero
En el bosque, en una claridad
de pronto apareciste tú
ambrosía silente y ajena.
Estaba, sin embargo, intacta
en el aire la estela de tu huella.
Mi arco tensé y lo intenté sobre vos:
Palabras,
como luciérnagas veloces en el ocaso,
como una red para cazar la bruma
extraña, tibia e inasible.
Pero con tu sangre
ningun grafema fué manchado:
entre una y otra verdad saltaste.
Entre los adjetivos, las metáforas,
más veloz que la hoja obsesiva de mi flecha.
Otra vez,
mis ilusiones no alcanzaron a ser poesía.
Indemne, Ilesa, Inmutable,
sobre la copa de un árbol
pero con sinceros chispazos en los ojos
aparecías diciendo a medianoche:
¡Vamos, inténtalo de nuevo!
Frustrado,
cual cazador que observa alejarse una cierva herida
bajo el espantoso frío plateado
de una luna que ya no era mi amiga
quise continuar
procurando cada noche un nuevo elixir
reclutando en ellos nuevas letras
para envenenar el filo mortal de mis saetas.
Quizá yo, pronto seré
un gran mago, un alquimista
el más legendario de los arqueros poetas
Quizá tu, una noche, sola,
y rendida ante el deseo
te dejes caer
bajo un flechazo
a quemarropa...
Jaime Falcone (Softhwords®)
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